domingo, 16 de febrero de 2014

Querer no es cosa de niños



Creo que esta entrada es bastante acertada dada la fecha que hemos vivido hace un par de días: San Valentín. Quien crea en cuentos de hadas y en las cosas que aparecen en tres cuartas partes de las películas de amor, que no lea esto porque puede que le de una ceguera romántica y deje de ver las cosas de manera imaginaria y empiece a ver la cruda y dura realidad.

El amor es bonito, sí, pero lo es el tiempo justo como para darte cuenta de que no va a ser fácil durante la mayor parte de tu vida. Si ya sabías que esto era así, entonces enhorabuena, porque vas a poder manejar de la mejor manera posible la relación en la que estés o vayas a estar. Las cosas no son fáciles, casi en ningún momento.

No hay dos personas que estén hechas la una para la otra, eso son palabras bonitas que se dicen cuando se intenta impresionar a alguien. Se tiende a creer en algo llamado “amor” para hacer más dulces momentos duros, o para no ver la vida de una manera demasiado realista, que pueda derrumbar a las personas que no estén preparadas para asimilar que la vida no es un cuento ni nosotros somos los personajes principales.

Vivir, de por sí, es bastante duro. Algunos lo pueden hacer con más facilidades, es decir, con menos problemas económicos que, aun sabiendo que no dan la felicidad, facilitan que gran parte de la pirámide de Maslow esté cubierta. Claramente, muchas de esas personas con dinero sufren, porque aun teniendo todo lo que quieren, hay cosas que no puedes tener solamente queriéndolas, ya que hay que ganarlas. Nada se consigue sin esfuerzo, y la felicidad, que es el fin que todos queremos lograr, menos.

Volviendo al tema del amor, os diré que, en todo momento hablando bajo mi punto de vista, siempre acaba siendo injusto para una de las partes de la relación. A veces, todo hay que decirlo, una de esas personas puede estar ganándose el que no se sea del todo justo con ella (con la persona, no hablo de géneros). Si controlas demasiado todo, si no te llegas a dar cuenta de que la pareja la forman dos personas, con sus virtudes y sus defectos, que cometen errores, acabarás desquiciado considerando cada fallo como algo remarcable y que no puedes permitir.

Sin embargo, el concepto que mejor asimilo al término “amor”, sin llegar a creer en tal palabra, es la de coger esos errores, defectos, de la persona que pretendes que te acompañe toda la vida, y quererlos. Quererlos como nunca has querido en toda tu vida. Es ese esfuerzo, ese dejar de lado lo que tú quieres y anteponer lo que una persona es, lo que puede llegar a ser la definición de la palabra antes entrecomillada.

Cada uno de nosotros vemos las relaciones a nuestra manera, obviamente, porque tenemos ciertas conductas a las que queremos dar respuesta dentro de la pareja, e intentamos justificarnos en vano. Muchas veces, las palabras se quedan en palabras, y cuando no van acompañadas de hechos, no valen para nada. No tenemos que recordar lo que hacemos por alguien, eso desvirtuaría nuestras acciones completamente. No obstante, si, llegado el momento, necesitamos presentar un “aval” para  poder aconsejar a la persona a la que queremos, está claro que tenemos que utilizar esos actos gratuitos y hechos por ese sentimiento, sin olvidar que nos han costado nuestro esfuerzo.

Hace poco, reflexionando sobre estos temas, me di cuenta de que esa frase que tanto se escucha de que “quien bien te quiere, te hará llorar” es totalmente cierta, pero la sociedad en la que estamos nos ha impedido expresarnos con claridad y sinceridad, algo que debe ser normal, fruto de la confianza y unión entre dos personas. Se nos ha hecho creer que hablar de temas “tabú” es malo, sin llegar a darse cuenta de que la represión de lo que uno lleva dentro hace que fracasen muchas de las relaciones. Pero lo peor llega cuando, una vez terminadas, se crea un malestar entre ambas personas, que aprovechan la ruptura para echarse en cara todo aquello que debieron haberse dicho dentro del contexto de una pareja, y que para nada hubiera supuesto un problema.

Pero, como ya he dicho, la sociedad evoluciona, y a veces de manera equivocada. ¿Por qué no voy a poder decirle a mi pareja, con todo el “amor” del mundo, que creo que podría mejorar en ciertos aspectos? ¿Acaso hago mejor callándomelo? ¿Quién de nosotros querría enterarse de que su pareja piensa algo de uno que a la cara no se atreve a decir? Porque, seamos sinceros, nos lo callaremos con nuestras parejas pero, como necesidad primaria, necesitamos contárselo a ese brazo en el que nos podemos echar a llorar. Yo solía hacerlo, y nunca estuve satisfecho, porque sentía que estaba traicionando a la persona con la que estaba, y que ella no se merecía eso. Lo bueno de tener pasadas experiencias es que puedo minimizar esos errores hasta hacerlos casi nulos.

Yo me fijo en mis padres, con años de matrimonio a sus espaldas, casi 40, y tengo que admitir que ahí no podría negar la existencia del amor, pero ojo, que para nada veo lo que ellos hacen en nada de lo que es "tendencia" hacer en la actualidad. Ese amor que se profesan el uno al otro está en cada detalle, en lo que menos parece importar.

Y es que, señoras y señores, ahí está lo que nadie vemos: es el cúmulo de momentos pequeños, insignificantes, el que demuestra verdaderamente si alguien quiere o no. Porque un esfuerzo, una vez, por muy grande que sea, solamente demuestra que se ha tenido un punto de locura y se ha hecho sin pensar, un arrebato que lo llaman. Sin embargo, si en cada pequeña acción que realizas en cada momento de tu día, lo haces teniendo consciente o inconscientemente presente a esa persona que debería estar en un pedestal, estás queriéndola de la manera más perfecta que uno puede querer.

Tenemos que mirar en nuestro interior y extraer de nosotros mismos lo que nos hace ser quienes somos. La personalidad que tengamos marcará las acciones que supongan un esfuerzo realizar de manera diferente a como quisiéramos llevarlas a cabo. Algo tan sencillo como dejar de ahorrarte unos euros por tener un detalle, levantarte a una hora más temprana por él o ella, vencer la pereza para hacer lo que sea que tenga como sujeto a tu pareja… Hay tantas cosas… Y nos damos muchas veces tan poca cuenta… Es una pena, porque hay mucho postureo ahí fuera, mucha fachada de pareja feliz, que acaba fracasando porque en la vida real, cuando tiene que hacer lo que realmente concierne a ambos, no puede llegar a encajar, y todo acaba siendo un problema, y terminan por dejarlo.

Crear ese ambiente de amor es muy fácil, con un par de palabras y un par de gestos, pero si no es real, acaba por desmoronarse, en un 100% de ocasiones. Igual que una persona con dinero pero sin metas en la vida no puede ser feliz, una pareja con intenciones pero sin voluntad, esfuerzo, ni sacrificio, no llega a buen puerto.

No quiero que veáis las parejas como algo catastrófico, no quiero que penséis que yo a mi novia la voy dirigiendo con un palo y le digo que deje de ser soñadora, porque no es para nada así.

Simplemente pienso que, y con esto termino, si bajamos a la base, a la realidad, y la manejamos de una manera responsable, es mucho más fácil poder crear un pequeño ambiente de amor, ficticio siempre, pero que pueda darnos un añadido de felicidad, alegría, que haga más agradable la convivencia. Siempre y cuando sepamos cómo va la vida, cómo va a ser la realidad una vez pasen esos meses de enamoramiento tonto, podemos llevar a cabo aquellos actos que consiguen sacar una sonrisa y una sensación de felicidad en la persona a la que queremos.

En el amor hay que ser sinceros, constantes, realistas, y a la vez, soñadores.

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