Escribo porque me gusta. Escribo porque me libera. Escribo cuando lo necesito. Escribo cuando tengo algún motivo, aunque más bien suelen ser diferentes motivaciones las que hacen que me anime a escribir. La de hoy es una más. Es una reflexión. Un pensamiento en un momento de soledad, de silencio. Os pido que me perdonéis si consideráis que cometo faltas ortográficas o morfosintácticas, o cualquier tipo de error al escribir que os dificulte la lectura.
No soy, ni pretendo ser, un escritor. Soy simplemente una
persona más en este mundo del blog, una persona sin estudios avanzados en esta
materia, con un conocimiento de la lengua adquirido por las clases de Lengua y
Literatura del colegio, y con un vocabulario que he ido añadiendo al mío
gracias a la lectura, hobby que por desgracia dejé de llevar a cabo cuando la
era informática llegó. Mis palabras, mis frases, mis comas y mis puntos… Todo
ello está puesto de tal manera que el que lea sienta como suyo lo aquí
plasmado. Tal cual. Intento poner las cosas tal y como creo que debería
contarlas de hacerlo oralmente.
El caso es, ¿qué motiva este último texto? Siempre hay un
algo o un alguien, como ya he dicho anteriormente. Nunca hago mención expresa a
dichas “musas” que me inspiran, porque me gusta mantener la intimidad más
importante al margen de algo tan público y al alcance de todos como es este
blog. Sí puedo deciros que muchas de las entradas que leéis están llenas de
tristeza, o al menos miro las cosas con un tono oscuro, casi negro. Puede que
sea, y ni yo lo se, porque realmente hay más donde escarbar dentro de mí, algún
lugar donde todo lo malo se almacena. Siempre tenemos un rebosadero, donde se
almacena toda el agua que sale de nuestra piscina particular que es nuestro
estado anímico. A veces el rebosadero se llena y hay que abrir la llave que
deja correr agua hacia los desagües.
Yo me considero una persona alegre. No gracias a mi, sino a
aquellos que me han permitido estar en sus vidas, aquellas personas que
infunden una luz natural que hace brillar a cualquiera que esté cerca. Creo que
gracias a ellos y a ellas soy quien soy. Ayer ya hablé de mi familia, pero
quiero hacer esta breve mención, ya que ella ha sido mi luz más brillante, mi
Sol particular. Qué sería de mi sin ellos…
No voy a cambiar esa tónica triste, porque no es tan triste
como parece. Siempre que me pongo a escribir, mis dedos se van solos y mi
cabeza transmite directamente a estos lo que quiere que mecanografíen. Yo soy
un lector más, como vosotros, y esto no es una metáfora ni ningún otro recurso
literario, es la pura realidad. Antes de publicar esto lo leeré para ver qué
narices he escrito. Dentro de toda esa actividad de mi cerebro, cuando se
plasman en las hojas los sentimientos, problemas, y demás, él solito empieza a
producir pensamientos positivos. Así es, lo que no soy capaz de hacer yo por mi
cuenta lo hace mi cerebro sin que nadie se lo pida. ¿Cuál puede ser el motivo?
Es muy fácil de explicar.
Quien quiera que hizo que yo llegara a este mundo me dotó de
virtudes, de dones. No los he localizado aún, apenas, pero si de uno estoy muy
orgulloso es de ese que aparece cuando más se necesita. No hablo de una
necesidad mía, sino de los demás. Dios, mis padres, mi entorno… Ese don no ha
salido de la nada, si bien Alguien lo puso ahí y los que me rodean lo han ido
moldeando hasta ser hoy lo que es, y lo que me queda por pulir.
Cuando alguien necesita ayuda, cuando se necesita consejo,
ahí aparece ella, la claridad, por llamarla de alguna manera. ¿Por qué
claridad? Porque se me abre la mente. Porque sabe responder a los problemas que
se me plantean desde fuera, aunque es raro que ante mis propios problemas no
reciba la misma ayuda. Por eso digo que es un don. No sé si me tiro de la moto
al afirmar que los dones se activan ante la necesidad del prójimo. Yo creo que
sí. Pero las opiniones son infinitas y la mía puede ser la más pequeña de
todas.
Esa claridad me hace ver como nunca en ninguna otra
situación pudiera lo que a ojos del resto escapa. Los hay que tienen el don de
la inteligencia, otros tienen el don X… Pues a mí me tocó el don de poder
ayudar. Y es algo que no lo tomo como mío, sino que considero que los dones que
tenemos los hemos de poner al servicio del resto, sin esperar nada más allá de
la reciprocidad que surge de los buenos corazones. El don que hay en mi, repito,
no lo tengo como propio, tiene que ser
aprovechado, e incluso en ocasiones hago más de lo que debiera, por el mero
hecho de que tengo que utilizarlo mientras esté activo.
Si pensáis que intento echarme flores, estáis muy
equivocados. Lo único que siempre pretendo es algo tan simple como intentar
encender dentro de los que leen estas líneas la llama de su don. Cada uno
tenemos el nuestro, quizás no lo notemos porque lo consideramos parte de
nosotros mismos, pero si algo haces bien que beneficie a los que se acercan a
ti… Es un don. Ya he dicho que algunos son inteligentes, otros son generosos,
otros amables, graciosos, serviciales, buenos amigos… Todo ello son dones. En
este sentido he de deciros que creo que no somos tan únicos. Hay muchos dones
diferentes, pero para que se puedan disfrutar en todas partes es necesario que
estén dispersos en el mundo. No es malo, y si se juntan varias personas con el
mismo don puede darse algo increíble.
Vaya… Volved al tercer párrafo y decidme… ¿No me he ido por
las ramas? Sí, qué faena. Pero bueno, es lo que me pasa siempre. Muchas veces
empiezo con una idea que poder distribuir a lo largo de la entrada, pero acabo
hablando de todo menos de eso. No consigo mantener la concentración necesaria
para terminar las cosas que digo. Muchas veces me pasa que tengo mil cosas en
la cabeza y aun asi aparece de repente otra y la pongo por delante de las que
ya estaban, y me voy olvidando de las que estaban detrás. ¿No os pasa? Es un
poco frustrante, aunque creo que nunca el sacrificio de una primera idea ha
sido en vano. Siempre sale algo. A veces te quedas algo insatisfecho porque
piensas que querrías haber metido eso que no has podido. Pero tienes de nuevo
la oportunidad en otra entrada, o tal vez surja a lo largo de una que
comenzaste sin ni siquiera tenerla en mente.
Al ritmo que voy los folios parece que se rellenan solos. Y
aún no he dicho nada. Lástima que seguramente la idea principal se quedará
cortita.
¿Os parece que continúe otro día? Creo que será lo mejor. Recordádmelo
si me olvido, os quiero hablar de las motivaciones para escribir esta entrada.
Un fuerte abrazo a tod@s,
Juan Lasheras Cuenca