jueves, 31 de enero de 2013

¿Tan pronto de vuelta?


Escribo porque me gusta. Escribo porque me libera. Escribo cuando lo necesito. Escribo cuando tengo algún motivo, aunque más bien suelen ser diferentes motivaciones las que hacen que me anime a escribir. La de hoy es una más. Es una reflexión. Un pensamiento en un momento de soledad, de silencio. Os pido que me perdonéis si consideráis que cometo faltas ortográficas o morfosintácticas, o cualquier tipo de error al escribir que os dificulte la lectura.

No soy, ni pretendo ser, un escritor. Soy simplemente una persona más en este mundo del blog, una persona sin estudios avanzados en esta materia, con un conocimiento de la lengua adquirido por las clases de Lengua y Literatura del colegio, y con un vocabulario que he ido añadiendo al mío gracias a la lectura, hobby que por desgracia dejé de llevar a cabo cuando la era informática llegó. Mis palabras, mis frases, mis comas y mis puntos… Todo ello está puesto de tal manera que el que lea sienta como suyo lo aquí plasmado. Tal cual. Intento poner las cosas tal y como creo que debería contarlas de hacerlo oralmente.

El caso es, ¿qué motiva este último texto? Siempre hay un algo o un alguien, como ya he dicho anteriormente. Nunca hago mención expresa a dichas “musas” que me inspiran, porque me gusta mantener la intimidad más importante al margen de algo tan público y al alcance de todos como es este blog. Sí puedo deciros que muchas de las entradas que leéis están llenas de tristeza, o al menos miro las cosas con un tono oscuro, casi negro. Puede que sea, y ni yo lo se, porque realmente hay más donde escarbar dentro de mí, algún lugar donde todo lo malo se almacena. Siempre tenemos un rebosadero, donde se almacena toda el agua que sale de nuestra piscina particular que es nuestro estado anímico. A veces el rebosadero se llena y hay que abrir la llave que deja correr agua hacia los desagües.

Yo me considero una persona alegre. No gracias a mi, sino a aquellos que me han permitido estar en sus vidas, aquellas personas que infunden una luz natural que hace brillar a cualquiera que esté cerca. Creo que gracias a ellos y a ellas soy quien soy. Ayer ya hablé de mi familia, pero quiero hacer esta breve mención, ya que ella ha sido mi luz más brillante, mi Sol particular. Qué sería de mi sin ellos…

No voy a cambiar esa tónica triste, porque no es tan triste como parece. Siempre que me pongo a escribir, mis dedos se van solos y mi cabeza transmite directamente a estos lo que quiere que mecanografíen. Yo soy un lector más, como vosotros, y esto no es una metáfora ni ningún otro recurso literario, es la pura realidad. Antes de publicar esto lo leeré para ver qué narices he escrito. Dentro de toda esa actividad de mi cerebro, cuando se plasman en las hojas los sentimientos, problemas, y demás, él solito empieza a producir pensamientos positivos. Así es, lo que no soy capaz de hacer yo por mi cuenta lo hace mi cerebro sin que nadie se lo pida. ¿Cuál puede ser el motivo? Es muy fácil de explicar.

Quien quiera que hizo que yo llegara a este mundo me dotó de virtudes, de dones. No los he localizado aún, apenas, pero si de uno estoy muy orgulloso es de ese que aparece cuando más se necesita. No hablo de una necesidad mía, sino de los demás. Dios, mis padres, mi entorno… Ese don no ha salido de la nada, si bien Alguien lo puso ahí y los que me rodean lo han ido moldeando hasta ser hoy lo que es, y lo que me queda por pulir.

Cuando alguien necesita ayuda, cuando se necesita consejo, ahí aparece ella, la claridad, por llamarla de alguna manera. ¿Por qué claridad? Porque se me abre la mente. Porque sabe responder a los problemas que se me plantean desde fuera, aunque es raro que ante mis propios problemas no reciba la misma ayuda. Por eso digo que es un don. No sé si me tiro de la moto al afirmar que los dones se activan ante la necesidad del prójimo. Yo creo que sí. Pero las opiniones son infinitas y la mía puede ser la más pequeña de todas.

Esa claridad me hace ver como nunca en ninguna otra situación pudiera lo que a ojos del resto escapa. Los hay que tienen el don de la inteligencia, otros tienen el don X… Pues a mí me tocó el don de poder ayudar. Y es algo que no lo tomo como mío, sino que considero que los dones que tenemos los hemos de poner al servicio del resto, sin esperar nada más allá de la reciprocidad que surge de los buenos corazones. El don que hay en mi, repito,  no lo tengo como propio, tiene que ser aprovechado, e incluso en ocasiones hago más de lo que debiera, por el mero hecho de que tengo que utilizarlo mientras esté activo.

Si pensáis que intento echarme flores, estáis muy equivocados. Lo único que siempre pretendo es algo tan simple como intentar encender dentro de los que leen estas líneas la llama de su don. Cada uno tenemos el nuestro, quizás no lo notemos porque lo consideramos parte de nosotros mismos, pero si algo haces bien que beneficie a los que se acercan a ti… Es un don. Ya he dicho que algunos son inteligentes, otros son generosos, otros amables, graciosos, serviciales, buenos amigos… Todo ello son dones. En este sentido he de deciros que creo que no somos tan únicos. Hay muchos dones diferentes, pero para que se puedan disfrutar en todas partes es necesario que estén dispersos en el mundo. No es malo, y si se juntan varias personas con el mismo don puede darse algo increíble.

Vaya… Volved al tercer párrafo y decidme… ¿No me he ido por las ramas? Sí, qué faena. Pero bueno, es lo que me pasa siempre. Muchas veces empiezo con una idea que poder distribuir a lo largo de la entrada, pero acabo hablando de todo menos de eso. No consigo mantener la concentración necesaria para terminar las cosas que digo. Muchas veces me pasa que tengo mil cosas en la cabeza y aun asi aparece de repente otra y la pongo por delante de las que ya estaban, y me voy olvidando de las que estaban detrás. ¿No os pasa? Es un poco frustrante, aunque creo que nunca el sacrificio de una primera idea ha sido en vano. Siempre sale algo. A veces te quedas algo insatisfecho porque piensas que querrías haber metido eso que no has podido. Pero tienes de nuevo la oportunidad en otra entrada, o tal vez surja a lo largo de una que comenzaste sin ni siquiera tenerla en mente.

Al ritmo que voy los folios parece que se rellenan solos. Y aún no he dicho nada. Lástima que seguramente la idea principal se quedará cortita.

¿Os parece que continúe otro día? Creo que será lo mejor. Recordádmelo si me olvido, os quiero hablar de las motivaciones para escribir esta entrada.

Un fuerte abrazo a tod@s,


Juan Lasheras Cuenca

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